La amigdalitis es una inflamación de las amígdalas, esas dos glándulas que se encuentran en ambos lados de la garganta y que juegan un papel importante en el sistema inmunológico. Esta condición es bastante común en los niños y puede ser causada tanto por infecciones virales como bacterianas. En la mayoría de los casos, las infecciones virales son responsables de esta afección, incluyendo aquellos virus que también provocan resfriados y gripes. Sin embargo, es importante estar atentos a los síntomas, ya que la amigdalitis estreptocócica, causada por la bacteria Streptococcus pyogenes, también es frecuente y requiere un tratamiento específico.
Los síntomas de la amigdalitis pueden variar, pero a menudo incluyen un dolor de garganta intenso que puede dificultar pasar los alimentos. Los niños también pueden presentar fiebre, que en algunos casos puede ser bastante alta. La inflamación de las amígdalas es un signo claro de la afección, y a menudo se pueden observar ganglios linfáticos aumentados de tamaño o dolorosos en el cuello. Además, el mal aliento puede ser otro síntoma, lo que puede generar incomodidad en los pequeños.
El diagnóstico es relativamente sencillo. Un médico realizará un examen físico y prestará especial atención a la garganta del niño. En algunas situaciones, es posible que se necesite un cultivo de la garganta para determinar si la causa es viral o bacteriana. Esto es fundamental porque el tratamiento varía según el origen de la infección. Cuando la amigdalitis es causada por un virus, el enfoque del tratamiento suele ser el alivio de los síntomas. Es fundamental que el niño se mantenga bien hidratado y descanse lo suficiente. Se recomienda hacer gárgaras con agua tibia y sal, lo que puede proporcionar cierto alivio.
Por otro lado, si se diagnostica amigdalitis bacteriana, se prescribirán antibióticos. Es esencial que el niño complete todo el ciclo de tratamiento, incluso si empieza a sentirse mejor antes de terminar los medicamentos, ya que esto ayuda a evitar complicaciones. En casa, es aconsejable ofrecer una dieta blanda y evitar irritantes, que pueden agravar los síntomas.
La prevención es clave, especialmente en entornos donde los niños están en contacto cercano, como en la escuela. Fomentar hábitos de higiene, como el lavado frecuente de manos, puede marcar una gran diferencia. También es recomendable evitar que los niños compartan utensilios y vasos, mantenerlos alejados de personas que estén enfermas para reducir el riesgo de contagio. Es muy importante consultar a un especialista si se tienen síntomas, en el Instituto de Pediatría del HIC, brindamos atención inmediata para tu hijo. Puedes ponerte en contacto con nosotros al (607) 6380505 o al 3242432326, o enviar un correo a
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