
Los parásitos intestinales en niños pueden pasar desapercibidos, incluso sin síntomas. Descubre cómo detectarlos, qué señales tener en cuenta y por qué una simple prueba fecal puede marcar la diferencia en su salud.
Que un niño se queje de dolor abdominal, tenga episodios de diarrea o, de repente, luzca más cansado de lo normal, puede sonar como algo cotidiano en la infancia. Sin embargo, en algunos casos estos síntomas esconden un problema silencioso: los parásitos intestinales. Aunque suelen pasar desapercibidos, pueden afectar no solo la salud física del niño, sino también su aprendizaje y bienestar general.

El Dr. José Vargas, infectólogo pediatra, lo explica con claridad: “La mejor forma para saber si un niño tiene parásitos intestinales es haciéndole una prueba en su materia fecal para observar si hay parásitos o huevos de parásitos ahí en la materia fecal”. Es decir, más allá de suposiciones, lo importante es confirmar el diagnóstico con un examen sencillo que brinda información precisa.
Los síntomas no siempre son fáciles de identificar. El especialista agrega: “Los niños se pueden quejar de dolor abdominal, pueden tener algunas veces diarrea, en casos más graves el niño puede tener anemia, dificultades para concentrarse, para rendir en el colegio. Como ven, son cosas que son poco específicas. Y hay muchos niños que tienen parásitos y no tienen ningún síntoma”.
Una simple consulta puede marcar la diferencia en la salud y bienestar de tu hijo.

Esto significa que incluso un niño aparentemente sano puede estar afectado. Y si bien la mayoría de los parásitos intestinales no ponen en riesgo inmediato la vida, sí pueden impactar el crecimiento, la nutrición y el rendimiento escolar.
La prevención juega un papel clave: lavarse las manos antes de comer, beber agua potable, lavar bien frutas y verduras, y desparasitar periódicamente según la recomendación del pediatra son hábitos que hacen la diferencia. Pero lo más importante sigue siendo la consulta médica: no automediques y busca orientación profesional, porque cada caso es diferente.
En conclusión, los parásitos intestinales en la infancia son más comunes de lo que creemos y, aunque muchas veces no producen síntomas, pueden interferir silenciosamente en el desarrollo de tu hijo. Detectarlos a tiempo con un examen adecuado y un seguimiento médico puede marcar la diferencia. Porque cuidar de la salud intestinal es también cuidar del futuro de los niños.