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Instituto de Medicina Preventiva - IMAP

¿Cómo el ejercicio acelera el metabolismo?

Nuestro organismo actúa como una máquina, constantemente se están realizando actividades indispensables para el mantenimiento de su vida, lo cual es posible mediante los procesos metabólicos que permiten transformar y usar la energía. El ejercicio activa diversos procesos metabólicos que pueden tener beneficios sobre la salud a corto y a largo plazo siempre y cuando se realice de manera frecuente.

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Desde el momento de la concepción, el organismo está en constante trabajo y es mediante los procesos químicos y físicos de la transformación de los alimentos sólidos y líquidos que se puede nutrir, estructurar y aportar energía para su funcionamiento. Actividades diarias como la respiración, circulación sanguínea, digestión, regulación de la temperatura y funcionamiento del cerebro y los nervios, son posibles gracias a la energía recibida mediante los procesos metabólicos. 

Cuando hablamos de calorías hacemos referencia a una unidad de medida de energía. La cantidad mínima de calorías que necesita el cuerpo en reposo para subsistir se conoce como metabolismo basal. El metabolismo se regula constantemente buscando el equilibrio, un balance energético que asegure el correcto funcionamiento del organismo. Rara vez es el responsable directo de la pérdida o la ganancia de peso de un individuo. Una persona que ingiera más calorías que las que requiere en el día ganará peso; y perderá peso si quema más calorías que las que consume. Una persona con un metabolismo rápido quemará más calorías que una persona con un metabolismo lento incluso en reposo. Estas diferencias están determinadas por varios factores: edad, género, genética, enfermedades hormonales, masa muscular, actividad física. Tener un metabolismo rápido no necesariamente es sinónimo de delgadez, pues existen personas con sobrepeso u obesidad cuyo metabolismo es rápido, incluso más rápido que el de una persona con peso normal, porque sus cuerpos requieren más energía para funcionar. 

El ejercicio es uno de los reguladores más importantes del metabolismo. Mediante la activación de procesos, inmediatos y adaptativos, el ejercicio puede mejorar significativamente el funcionamiento de varios órganos y sistemas del cuerpo. Se ha demostrado por ejemplo que el ejercicio ayuda a controlar la asimilación y utilización del azúcar en el cuerpo reduciendo así el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como la diabetes. Aunque la respuesta adaptativa de los músculos al ejercicio es en gran parte responsable de estos efectos, también se ha visto que muchos de sus beneficios metabólicos involucran un mejor funcionamiento del hígado, tracto gastrointestinal, tejido graso y páncreas.

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Tener un metabolismo saludable genera múltiples ventajas. Procesar más eficientemente los alimentos favorece una mejor utilización de la energía y evita, entre otros, la acumulación inadecuada del exceso de grasa (hígado, vasos sanguíneos, páncreas, corazón, etc.) que se ha asociado a múltiples enfermedades. Ahora bien, aunque muchos de los factores que afectan el metabolismo son inmodificables, existen ciertos comportamientos que lo pueden beneficiar: consumir una dieta saludable y balanceada; realizar ejercicio estructurado (aeróbico y de fuerza), repetitivo y con propósito, teniendo en cuenta que la actividad física produce cambios metabólicos desde el inicio, pero para mantenerlo activo es necesario continuar en movimiento durante el día, ya que mantenerse en reposo generará un descenso en la tasa metabólica. 

En este sentido, hay dos aspectos clave, la intensidad y la constancia los cuales son parte fundamental del entrenamiento metabólico que tiene como objetivo lograr que la tasa metabólica aumente momentáneamente generando un mayor consumo de calorías durante el ejercicio y posterior a él, es decir, en la etapa de recuperación. A partir de sesiones de corta duración con alta intensidad, alternadas con periodos de recuperación, se pueden alterar los biorritmos. Es un efecto postejercicio producto del aumento de la temperatura corporal que provoca un consumo de calorías más alto de lo normal en todo el cuerpo y puede permanecer incluso hasta 34 horas después, durante la realización de las tareas diarias.

Cabe destacar que entre los beneficios de realizar ejercicio diariamente no solo está el gasto calórico, también se ven afectados positivamente procesos como la circulación, respiración y la liberación de endorfinas, sustancias que pueden aliviar el dolor y dar sensación de bienestar. Intervenir en el metabolismo mediante el entrenamiento metabólico es una opción que trae múltiples beneficios al organismo y que solo conlleva un tiempo de 30 a 60 minutos por día.

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