Puede parecer extraño hablar de enfermedades de transmisión sexual porque creemos que son enfermedades del pasado, sin embargo, las cifras son alarmantes y van en aumento, principalmente en los jóvenes y adolescentes. Ser los primeros en dialogar con nuestros hijos sobre cómo prevenirlas, incluso si creemos que no son sexualmente activos, será clave para llevar una vida sexual sana cuando sean adultos.
Y es que no hay diferencia entre las infecciones de transmisión sexual que presentan los adultos a la de los jóvenes, pues los gérmenes se desarrollan de igual manera en una población y la otra. Lo importante es consultar prontamente al médico para que se haga un buen diagnóstico y, por tanto, un tratamiento ideal.
¿Qué son las enfermedades de transmisión sexual?
Son también conocidas como infecciones de transmisión sexual (ITS) ocasionadas por diferentes agentes patógenos, especialmente del grupo de bacterias, virus y parásitos. Se transmiten de una persona a otra mediante el contacto sexual, como el vaginal, anal u oral. Algunas ITS también son transmitidas de madre a hijo durante el embarazo, el parto y la lactancia.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 50% de las nuevas ITS a nivel mundial se producen en personas entre los 15 a 24 años, es decir, 1 de cada 4 casos son personas jóvenes. La etapa de la vida de mayor riesgo de transmisión de las ITS suele suceder entre la adolescencia y el comienzo de la edad adulta.
¿Cómo se pueden prevenir?
La única forma 100% segura que garantiza no contraer las ITS es evitar todo contacto sexual, es decir, abstenerse por completo de tener sexo con otra persona. Sin embargo, si su hijo adolescente decide ser sexualmente activo o si ya lo es, existen varias medidas de precaución recomendadas por los expertos para ayudar a los jóvenes a evitar el contagio de estas infecciones.
La educación sexual, el uso adecuado de preservativos y la promoción de prácticas sexuales seguras son elementos clave para prevenir el contagio de enfermedades de transmisión sexual en jóvenes y adolescentes. Además, la detección temprana y el tratamiento oportuno son esenciales para evitar complicaciones a largo plazo.
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¿Cuáles son las ITS más frecuentes en la adolescencia?
Se han identificado numerosas infecciones de transmisión sexual, ocho agentes patógenos han sido los más vinculados en su implicación máxima de las ITS. Cuatro en la actualidad son curables, gracias a las vacunas y a su detención temprana, que son: sífilis, gonorrea, clamidiasis y tricomoniasis. Las otras cuatro infecciones son de tipo víricas incurables, como: hepatitis B, VHS, VIH y VPH. Algunas con tratamientos de buen pronóstico. Las que más reinciden en los adolescentes es la gonorrea y la clamidia que, pueden ser curadas con antibióticos y no son peligrosas si se tratan de inmediato.
¿Cuáles son los síntomas principales para consultar?
Generalmente las ITS no muestran síntomas, sin embargo, podemos estar atentos a las siguientes señales más frecuentes de consulta, la primera es la presencia, sobre todo, de ardor e irritación a nivel de la uretra, que se acompaña en muchos casos de secreción blanquecina u otro color diferente, como amarillo o verdoso. Esto es un signo de estar sufriendo posiblemente de una uretritis.
El segundo síntoma más frecuente es la aparición de verrugas genitales que son propias de una infección por virus del papiloma humano (VPH) siendo la enfermedad de transmisión sexual más prevalente en el mundo.
Y la tercera más frecuente es la presencia de úlceras genitales, son pequeñas ampollas que salen en la parte genital y al romperse se vuelven una úlcera muy dolorosa, se acompañan en algunos casos de fiebre y dolor inguinal, es así como se logra identificar que es una infección por herpes genital.
La consulta y los controles
La consulta en los pacientes jóvenes es muy baja. Por temor personal, temor familiar, estigmatización, mitos y tabúes que aquejan a la sociedad sobre las ITS no se lleva a consultar prontamente, por lo que acuden a tratamientos empíricos. Si no hay un buen diagnóstico no hay un buen tratamiento y esto desencadena complicaciones tardías que afectan la salud general. Los controles periódicos y el acceso a las pruebas de diagnóstico fomentan una salud sexual más sana y más segura.
Si tienes alguna preocupación sobre la salud de tu hijo, no dudes en consultar con un profesional médico del Instituto de Pediatría del HIC para obtener la asesoría y el tratamiento adecuado.
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